LAS REVUELTAS EN EL MUNDO ARABE (II)

Una segunda lectura del conflicto que afecta a los territorios de El – Magreb, cuyo foco de atención está ahora en la Libia de Gaddafi tiene como referente el papel geoestratégico que el Mar Mediterráneo viene desempeñando en su desenvolvimiento. Junto al reporte de las exhortaciones del excéntrico líder a su pueblo y las tomas y retomas de las principales centros urbanos, alineados a lo largo de sus costas, las agencias de prensa repiten incesantemente desde hace un par de semanas que embarcaciones de distintos países transportan a miles de residentes que huyen del fragor de la guerra y en los últimos días, advierten de la presencia de buques de guerra norteamericanos fondeados en aguas cercanas, aparentemente dispuestos a intervenir.
En efecto, el Mar Mediterráneo, que las definici0ones de la Convención de Jamaica de 1982, califican como un espacio marítimo semicerrado, ha jugado desde tiempos inmemoriales un papel geopolítico indiscutible tomado como modelo para su aplicación en la temática del mar a escala universal, especialmente en la prevención de eventuales conflictos. No se puede olvidar que en el Mediterráneo nace la cultura occidental que los griegos proyectaron sobre el sector oriental y que llevó a los romanos a denominarlo su “Mare Nostrum”, una vez que extienden sus dominios hasta el Estrecho de Gibraltar y controlan no solo la totalidad de la Europa continental, sino el Medio Oriente y el norte del África. A partir de entonces, el Mediterráneo se convierte en escenario de un crisol de civilizaciones al que confluyen pueblos europeos, asiáticos y africanos del más diverso origen y credo religioso, cuyos propósitos bélicos o simplemente comerciales, no solo pretendieron su dominio sino que sirvió para perfeccionar las técnicas de navegación , al amparo de la dirección de las corrientes que circulaban oeste-este y en sentido contrario, la ruta de regreso, que luego permitiría la posterior conquista del Océano Atlántico por el Almirante Colón y los colonizadores españoles y portugueses.
Pero, la intervención humana, comenzó a acrecentarse en el Mar Mediterráneo, cuando una vez ocurrida la Revolución Industrial, el petróleo se convirtió en la mayor fuente de recursos energéticos del planeta y sus 2.500.000 kilómetros cuadrados y su profundidad media de 1500 metros de profundidad, comenzó a sufrir los estragos de la contaminación que los frecuentes derrames generaban. Para entonces, ya la Real Armada Británica imponía su criterio en ese espacio y las potencias de la época iniciaban bajo dirección Inglesa, el proceso del neocolonialismos africano que condujo en 1869 a la apertura del Canal de Suez, una vez que dicho ámbito era ya el de mayor tráfico de embarcaciones del planeta.
Empero, el momento culminante del protagonismo geoestratégico del Mediterráneo, se produce durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, cuando las potencias del Eje primero y los aliados después lo tuvieron como escenario principal, aprovechando las riberas magrebíes para el movimiento de tropas que apoyarían las acciones bélicas en Europa. El Mar Mediterráneo se convierte entonces, en un “mar caliente”, al decir de algunos estudiosos, porque no solo era el espacio propicio para la estrategia guerrera, sino que por sus recursos petrolíferos se hacía apetecible para cualquier potencia continental o extracontinental.
Así las cosas, al margen de los condicionamientos generacionales, ideológicos o religiosos que hayan causado la expulsión del poder de Ben- Alí y Mubarak y que pretenden ahora el derrocamiento
del coronel Gadafi, el Mediterráneo siendo el escenario natural de las definiciones de la política internacional de cada momento histórico de la humanidad.

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