REFLEXIONES ACERCA DE LA CRISIS DE HONDURAS

Jorge Pallares Bossa

La crisis que el vecino país de Honduras, vive desde hace un mes es el fiel reflejo de la debilidad institucional existente en buena parte de Latinoamérica. Los acontecimientos posteriores a la instalación en el poder del régimen de facto y el vigor con que de forma unánime las distintas ramas del poder público están enfrentando la presión de la comunidad internacional demuestran, de un lado, la poca confianza que los propios interesados tienen en su funcionamiento y del otro, que nada bien marchaba el gobierno de Manuel Zelaya, con un balance de realizaciones paupérrimo y un futuro lleno de interrogantes.

A la Organización de Estados Americanos (OEA), al igual que a la Organización de Naciones Unidas (ONU), no les quedaba alternativa distinta que condenar, como lo hicieron, el golpe de Estado y suspender, en el caso de la primera a Honduras como Estado miembro. No podía ser nada distinto, cuando al Presidente legítimamente elegido se le desconoció el debido proceso y cuando mucho peor, las fuerzas armadas lo depusieron y condujeron a Costa Rica. La comunidad internacional organizada, no podía permitir el desconocimiento de las garantías democráticas y menos que se recurriera en el hemisferio a prácticas ya superadas desde hace varias décadas.

La Crisis actual de Honduras, debe servirnos para efectuar algunas reflexiones acerca de la manera como vienen desenvolviéndose en el hemisferio, distintos gobiernos elegidos por el voto popular a los que ahora se les ha dado, por reelegirse, en una práctica que en el presidencialismo, solo funciona adecuadamente en los Estados Unidos. En Latinoamérica si es verdad que nunca, segundas partes fueron buenas y para muestra tenemos en nuestro ámbito suficientes botones. Pero, además, en el contexto de la crisis hay algo de fondo que supone un cambio de paradigma y tiene que ver con la tensión existente entre el principio de la no-intervención en los asuntos internos de cualquier país por entrañar una violación de su soberanía y la participación creciente y cada vez más activa de la comunidad internacional en la orientación de tales asuntos y particularmente, en el desconocimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos de cualquier país. Valdría la pena, que con fundamento en esta crisis pudieran sentarse doctrinas acerca de este tema no solo en el nivel internacional, que por naturaleza prevalece sobre el interno, sino que sobre la base de construir constituciones rígidas, se pusiera punto final a las modificaciones cada vez más frecuentes de las Cartas Fundamentales, con el objeto de satisfacer apetencias personales del gobernante de turno. No se olvide que las democracias radican fundamentalmente en el libre juego del gobierno y la oposición, que tales procedimientos inhiben.

Comentarios

  1. Muy buena la reflexión. Casualmente lei por estos dias a un columnista de El Universal llamado Mauricio Cabrera Galvis que tambien escribe sobre el tema. Me pareció un tanto objetivo, pero no se qué tan válidos y ciertos sean sus planteamientos. Aqui les dejo este link por si lo quieren leer:

    http://www.eluniversal.com.co/v2/columna/la-verdad-de-un-golpe-de-estado

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  2. Creo que el pecado de Zelaya está en no haber buscado una viabilidad Institucional (Internacional si era el caso, no sólo con sus amigos del ALBA, sino también con ONU, OEA, SICA, etc) a esa consulta (o cuarta urna) que quería realizar, para lograr una vigilancia y un proceso completamente intachable desde cualquier perspectiva, y no como lo hizo, en donde a pesar que el Tribunal Supremo de su País le dice que tal consulta no se puede hacer, él de manera alevosa va con sus simpatizantes y a la fuerza toma las papeletas y las urnas y las reparte el domingo previo a tal consulta. Eso ni por ahí se vio en Colombia, al momento de la séptima papeleta!

    De cualquier forma hay espacio para el debate.

    Aquí esta la columna que expone los temas que hoy le mencionaba después de la clase Dr. Pallares, es la siguiente, para que la leamos:

    http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/la-oea-y-la-democracia_5599787-1

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